"En "ediciones anteriores" vas a poder encontrar más historias. Estan escritas con mucho amor. Gracias por leerlas...mejor dicho, leanlas! necesito el laburo." Ricardo Veiga
 

Ricardo Veiga es humorista, escritor, conductor y productor de programas de radio, entre ellos "Instantáneas". Guionista entre otros del humorista Carlos Perciavalle, es fundamentalmente un pensador de realidades urbanas y narrador de historias comunes.Imposible no haberse emocionado alguna vez con sus historias.Desde la página 2, Ricky se convirtió en un clásico, es uno de los motivos de porque... Semanario Argentino, te gusta más...

 
  

Publicado el 19 de Mayo de 2008 - Edición No. 292                                                                   El gil que nunca falta

La historia que les voy a contar tiene un principio -como todas -, pero aún no tiene un final. Cuentan que fue un grupo de estudiantes de periodismo reunidos una mañana de sábado en un bar de Gerli, mientras comentaban las noticias de la semana Los temas se sucedían, como si estuviesen escribiendo un semanario, política, economía, deportes y, al final, las notas de color. Entre romances de las vedettes del momento, más uno que otro escandalete, surgió lo de un japonés que, para figurar en el "Guiness de los Records",se había bajado 10 Kg. de arroz agarrándolo con palitos y de a un grano por vez. ¡Se dan cuenta de las boludeces que hacen estos tipos para figurar en el Guiness!, exclamó uno. En vez deGuiness, se tendría que llamar "Giles" ¿Se imaginan? El "Giles de los Records", tiró sin más sobre la mesa. -Y por qué no lo hacemos?, respondió otro con firmeza. Dale, no jodas ¿quién se va a anotar en un libro en el que lo traten de gil?, argumentó uno, en contra.-Cualquiera de los giles que se mandan giladas para ser el mayor de los giles. Además, nunca falta algún gil, argumentó otro a favor. Así, fue como "El Giles de los Records" se armó un día en Gerli. Con una cena en la parrilla "El Cabezón", un par de zapatillas "Flecha" donadas por "La casa del Deporte" y un "set" de productos de limpieza de "Casa Chucho" como premio, más el registro en un libro de actas homologado por la Sociedad de fomento de Villa Echenagucía, fue abierta la inscripción de los futuros participantes. La promoción fue hecha con pequeños afiches en postes de alumbrado, y volantes, escritos a mano en hoja canzon N°5, repartidos en los buffet de los clubes y en las vidrieras de los negocios del barrio. Como al decir de uno de los organizadores, nunca falta un gil, a la semana se encontraban preparando la hazaña del primer record-gil: Armando Esteban Martínez, que prometía dar vueltas a la manzana, durante 24 horas, caminando solamente por el cordón de la vereda, sin tocar ni la acera, ni la calzada.Martínez, a tal fin, requirió la provisión de un par de elementos acordes a las exigencias de la prueba: Un asiento de bicicleta montado sobre un palo de escoba con una sopapa para destapar inodoros en el otro extremo. Este, sería utilizado en los momentos de descanso, para pegar con la sopapa el asiento sobre el cordón, y así poder sentarse. Además, una mochila liviana, en la que sería introducido un bidón con Glucolín, que debería tener una manguerita para poder beber por ella.Al decir de la gente, Martínez no era tan gil. Lo del asiento con sopapa era una idea perfecta para no tocar ni la vereda ni la calle. Lo de llevar el líquido para beber, en una mochila en la espalda, dado que debería caminar todo el tiempo haciendo equilibrio sobre el cordón (como si estuviera haciendo "pan, queso, pan"), le permitiría balancear mejor el cuerpo. Eso, sin contar la idea de tomarse 50 pastillas de carbón, para sólo tener que usar un esfínter. El día elegido para marcar el record, fue un sábado de mañana. Con la presencia del presidente de la sociedad de fomento, diarios locales, un par de radios FM de la zona, vecinos, familiares y los creadores de la idea. Siendo las 11 en punto de la mañana, cuando Armando Esteban Martínez, dio el primer paso en busca de la gloria, el público presente irrumpió en aplausos. Esto hizo peligrar la prueba. Ya que Martínez, intentando agradecer con un gesto, giró de golpe la cabeza para mirar a los presentes. El gesto elegido no fue el mejor: le hizo perder el equilibrio y, por un instante casi eterno, quedó con un pie en el aire como si fuera el "Karate kid" haciendo la grulla. Por suerte pudo mantenerse en pie, dar el segundo paso, y seguir adelante.Durante las primeras vueltas a la manzana los vecinos lo acompañaron. Después, con la llegada del mediodía, cada vez fueron menos. Al llegar la noche, lo acompañaban un par de familiares, sus amigos más fieles y los organizadores que, a esta altura, se puteaban entre ellos por tener que bancarse la noche en vela tratando de mantener despierto a Martínez.A las once menos cuarto del domingo, cuando Martínez estaba a punto de cumplir su record, Don Vicente Ferrarotti, más conocido como Don Vito, sacó su viejo Siam Di Tella del garaje. El Di Tella era el orgullo de Don Vito. Perteneciente a la primera serie, fabricada en 1960, el tano se vanagloriaba de no haberlo llevado jamás al chapista ni de haberle rectificado el motor: "eh una jocha", decía Don Vito cada vez que lo sacaba. Esa mañana, algo falló. El auto se quedó junto en la salida del garaje, con las ruedas delanteras sobre el cordón de la vereda por el que tenía que cruzar Martínez. Un par de minutos después, cuando don Vicente salió con el trabuco naranjero, los organizadores desistieron de empujar el coche. Solo se movería de ahí, con el "Auxilio" de siempre de Don Vito: una vieja grúa de cadena y guinche de un viejo tano, paisano suyo. Mientras el auxilio llegaba, a Martínez le habían pegado su asiento con sopapa para que esperase sentado. El contratiempo había convocado a todo el barrio. Solo faltaba que corrieran el auto, para que el reloj comenzase a correr nuevamente y el record estuviera cumplido.El dueño de la vieja grúa, enterado del acontecimiento, venía fierro a fondo, camino a su destino, por una calle transversal a la que se encontraba el Di Tella. Cuando llegó a la esquina donde debía doblar, lo hizo como venía. El viejo conductor, olvidó el principio de inercia: un cuerpo en reposo tiende a seguir en reposo, uno en movimiento, a seguir con el mismo movimiento. La cadena con el guinche, que pendulaba en el sentido y la dirección de la calle por la que venía, al doblar, siguió haciéndolo igual. Solo que, ahora, como el camión había doblado, el guinche, como un péndulo gigante, se movía de cordón a cordón.El fotógrafo del diario "La Voz de Gerli" que se había subido a un árbol, fue el único testigo del hecho. La sucesión de fotos que sacó, mostraron el desbande de la gente huyendo de la grúa. La del guinche, pegando en la mandíbula de Martínez-se encontraba de espaldas a la grúa-, fue la última que le sacaron con vida. En las otras, se veía el hueco que hizo su cuerpo al atravesar la vidriera de la tienda de Doña Berta. Lo que sí quedó en pie, fue el asiento con sopapa, pegado al cordón. El forense del Hospital Pedro Fiorito, dijo que la muerte fue instantánea. Tras la autopsia, concluyeron que hubiera muerto de todos modos de un bolo fecal: con 50 pastillas de carbón en el cuerpo, no lo salvaban ni con un ano contra natura.Los organizadores, más las fuerzas vivas del barrio, decidieron homologar post mortem, el "Giles de los Record"alcanzado por Martínez. Se le entregó un solo premio, las zapatillas "Flecha": en honor a su entrega, fue enterrado con ellas puestas.“Creo que este fue el final del “Giles de los Records”, comentó uno de los organizadores, mientras salían del cementerio."¡Estás loco!”, dijo uno de sus compañeros, “Esto no se acabó. Si en Argentina, lo que sobran, son giles. Sólo es cuestión de esperar" "Perdón ¿Uds. son los organizadores del Giles de los Records?”, les preguntó un desconocido en la puerta del cementerio.Mientras entre todos le respondían que sí, una mirada cómplice unió al grupo: al parecer, la espera había sido más breve de que lo imaginaban.

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